jueves

inacabables caprichos de una fría furiosa y empedernida nube de lluvia

Despertó con él aún en su piel. Deseaba dormirse otra vez, luchando inútilmente contra su noción de deber. Ahora debía conformarse con un seco y frágil recuerdo durante el desayuno, para luego sí, ir deshaciendo su fantasía al empezar a guardar la taza, las galletitas y el repasador. Las sacudidas del último bondi le arrojaron la imagen de cuando su pasión lo abrasaba. Acostumbrada a eso, se lo tomó con naturalidad. Estaba llegando tarde al trabajo (eso sí la preocupaba). En los pasillos del edificio la casualidad (una vez más) los encontró. Ético y delgado saludo. “Pero te amo”-resbaló en sus pensamientos.
Regresó exhausta y de muy mal humor a su departamento. Tras largos amoríos nocturnos abrió sus tercos ojos que no se empecinaron en hacerle saber que ya era la hora de la rutina. A esta altura su anhelo no dejaba de invadirle la consciencia y todo hacer se le iba convirtiendo de a poco en estorbo del deseo (¡tortura!). Llegó a la oficina. Esta vez no lo cruzó hasta la hora del almuerzo. Charlaron amistosamente, aunque se mostraron como simples conocidos desprendidos de cualquier tipo de interés (trágico vicio el suyo). Esa noche no pudo con sí misma. Su cerebro freía en rancias sinapsis como nunca antes lo había hecho. “Algo se acumula en mí”, rumió. No tuvo remedio (se acabó).

2 comentarios:

Garufita dijo...

Otra historia de terror (es decir de miedo), de esas que nunca cansan y siempre nos gusta leer pero no vivir...

Me gusta mucho monito! lo incorporaría tranquilamente como uno de mis nocturnos...

Otro saludo desde el culo (del mundo).

Garufita.

el monito dijo...

Licito la incorporación, fiestero!Un gran saludo, es un gustaso contar con su soledad en este parque, y como premio por ser el primer y ultimo culo presente en este salto, le dedicaré un gol entre rras y sica y charla sobre su muerte (asique preparelo)